Hugo Galera
llegaría a ser presidente del club durante tres temporadas sin pasar en
ninguna oportunidad por las urnas. Su primera ocasión le llegó con el
respaldo de la oposición de Martínez Retamero, que había crecido de
manera clamorosa tras su último mandato electoral, en la que dejó al
club entrampado hasta las pestañas y en Segunda División. Según los
medios de comunicación social, la deuda económica del club ascendía en
aquellos momentos a unos 2.300 millones de pesetas. En su intención de
enjugarla, al igual que otro de sus antecesores —Julio de la Puerta—
Retamero proyectó la venta del Benito Villamarín. Su intención
consistía en construir un nuevo estadio en los terrenos de la ciudad
deportiva o esperar a trasladarse en régimen de arrendatario al que por
entonces se construía en La Cartuja. En aquellos momentos no se
vislumbraba otra solución para eliminar la considerable ruina en la que
se debatía el club.
La venta del Benito Villamarín parecía tan
segura que Retamero llegó a percibir 300 millones de pesetas del
constructor sevillista José María González de Caldas a cuenta de la
transacción. Según la documentación del contrato de compra realizado
por Benito Villamarín, el estadio y los terrenos colindantes tan solo
se podían utilizar como zona deportiva, por lo que para que fuese
posible su venta era obligado a que el Ayuntamiento recalificase el
suelo como urbanizable. Aparte de ello, la venta del estadio tenía que
ser aprobada en una asamblea extraordinaria hecho que se consideraba
conseguir sin excesiva oposición. El tema no parecía ser fácil en lo
que se refiere a que el Ayuntamiento recalificara los terrenos, pero
como Martínez Retamero había incorporado a muchos políticos socialistas
a distintas de sus directivas, tenía muchas esperanzas de sacar
adelante el proyecto.
Con ello, Martínez Retamero perseguía
solucionar la quiebra económica en la que se hallaba sumido el club y
contar con dinero suficiente para reforzar convenientemente al equipo,
lo que le permitiría seguir en su cargo. Sin embargo, no le dio tiempo
a desarrollar su proyecto dado que el descenso del equipo a Segunda
División en esa temporada (1988-89) se lo llevó por delante y se vio
obligado a dimitir. En una
situación de ese tipo, lo lógico habría sido que se convocaran
elecciones a la presidencia. Sin embargo, lo que ocurrió fue que la
oposición retamerista, el miércoles, 6 de julio de 1989, nombró a Hugo
Galera para que sustituyera a Martínez Retamero con lo que el
catedrático de Anatomía Patológica vería cumplido su deseo de ser
presidente del Betis.
Y, por demás, sin necesidad de tener que
acudir a unos comicios electorales. A la reunión en la que los
representantes de la oposición respaldaron a Hugo Galera como único
candidato a la presidencia, asistieron los ex presidentes José Núñez
Naranjo y Juan Manuel Mauduit; los ex vicepresidentes Manuel Domínguez,
Francisco García de la Borbolla, Ramón Bordas y José León, y otros
béticos tan significados como Rafael Álvarez Colunga, Juan Márquez
Medrano y Manuel Romero. El que no estuvo presente fue Miguel Espina,
que había sido brazo derecho de Martínez Retamero, y tomó la decisión
de dimitir tras la derrota cosechada por el Betis con el Málaga en el
estadio Benito Villamarín.
A esas alturas de la historia se
ignoraba si Miguel Espina presentaría su candidatura a la presidencia
en el mismo momento en que se convocaran las elecciones. Sin embargo,
como al día siguiente Hugo Galera obtuvo el respaldo de las peñas
béticas quedó convertido en el representante propuesto por la oposición
para sustituir Martínez Retamero. Para ello, el lunes, día 10 de julio,
éste procedió a nombrarle vicepresidente primero y al día siguiente
remitió al presidente de la Federación Andaluza de Fútbol, Eduardo
Herrera, la siguiente carta: Por la presente te comunico mi decisión
irrevocable de dimitir como Presidente del Real Betis Balompié. A
partir de este momento pasará a regir los destinos de mi entidad el
Vicepresidente Primero, nombrado ayer, D. Hugo Galera Davidson, quien
en breve comunicará el nombramiento de su nueva junta directiva. Por
aquellos días, puesto de actualidad el nombre de Hugo Galera, la prensa
publicó que éste tenía rotas sus relaciones con el presidente del otro
equipo de la ciudad, Luis Cuervas, que vivía en su mismo edificio.
Los
hechos que provocaron tales desavenencias ocurrieron algunos años antes
con ocasión de que un hijo de Galera, que a la sazón contaba seis años
de edad, dejó caer una piedra desde su balcón sobre el flamante
Mercedes recién adquirido por Cuervas. Muy indignado, el mandamás
sevillista acudió a protestar al piso de Galera quien le dio
prácticamente con la puerta en las narices. Acto seguido, Cuervas
denunció al hijo del catedrático de Anatomía Patológica ante el
Tribunal Tutelar de Menores, por lo que Galera solía manifestar desde
aquel desagradable incidente que “los Mercedes eran coches para
horteras".
La frase la dio a la publicidad en 1987 cuando sin
éxito intentó arrebatarle la presidencia a Martínez Retamero que,
precisamente, tenía un coche de esa misma marca. Algo más de ocho meses
después, con ocasión de la convocatoria de elecciones presidenciales,
se dio la noticia de la existencia de cinco aspirantes al cargo: Juan
Salas Tirado, Miguel Espina Martín, Juan Márquez Medrano, José María
Puerto y Valentín Álvarez Vigil, el propietario de "Ecovol".
A
todo esto, pese a que el equipo había logrado subir muy difícilmente a
Primera División algunas semanas antes, Hugo Galera, anunció que no se
presentaría a los próximos comicios electorales. Sin embargo, volvió a
ocurrir lo mismo y, una vez más, todo se confabuló para que, sin
oposición, continuara en el cargo.
llegaría a ser presidente del club durante tres temporadas sin pasar en
ninguna oportunidad por las urnas. Su primera ocasión le llegó con el
respaldo de la oposición de Martínez Retamero, que había crecido de
manera clamorosa tras su último mandato electoral, en la que dejó al
club entrampado hasta las pestañas y en Segunda División. Según los
medios de comunicación social, la deuda económica del club ascendía en
aquellos momentos a unos 2.300 millones de pesetas. En su intención de
enjugarla, al igual que otro de sus antecesores —Julio de la Puerta—
Retamero proyectó la venta del Benito Villamarín. Su intención
consistía en construir un nuevo estadio en los terrenos de la ciudad
deportiva o esperar a trasladarse en régimen de arrendatario al que por
entonces se construía en La Cartuja. En aquellos momentos no se
vislumbraba otra solución para eliminar la considerable ruina en la que
se debatía el club.
La venta del Benito Villamarín parecía tan
segura que Retamero llegó a percibir 300 millones de pesetas del
constructor sevillista José María González de Caldas a cuenta de la
transacción. Según la documentación del contrato de compra realizado
por Benito Villamarín, el estadio y los terrenos colindantes tan solo
se podían utilizar como zona deportiva, por lo que para que fuese
posible su venta era obligado a que el Ayuntamiento recalificase el
suelo como urbanizable. Aparte de ello, la venta del estadio tenía que
ser aprobada en una asamblea extraordinaria hecho que se consideraba
conseguir sin excesiva oposición. El tema no parecía ser fácil en lo
que se refiere a que el Ayuntamiento recalificara los terrenos, pero
como Martínez Retamero había incorporado a muchos políticos socialistas
a distintas de sus directivas, tenía muchas esperanzas de sacar
adelante el proyecto.
Con ello, Martínez Retamero perseguía
solucionar la quiebra económica en la que se hallaba sumido el club y
contar con dinero suficiente para reforzar convenientemente al equipo,
lo que le permitiría seguir en su cargo. Sin embargo, no le dio tiempo
a desarrollar su proyecto dado que el descenso del equipo a Segunda
División en esa temporada (1988-89) se lo llevó por delante y se vio
obligado a dimitir. En una
situación de ese tipo, lo lógico habría sido que se convocaran
elecciones a la presidencia. Sin embargo, lo que ocurrió fue que la
oposición retamerista, el miércoles, 6 de julio de 1989, nombró a Hugo
Galera para que sustituyera a Martínez Retamero con lo que el
catedrático de Anatomía Patológica vería cumplido su deseo de ser
presidente del Betis.
Y, por demás, sin necesidad de tener que
acudir a unos comicios electorales. A la reunión en la que los
representantes de la oposición respaldaron a Hugo Galera como único
candidato a la presidencia, asistieron los ex presidentes José Núñez
Naranjo y Juan Manuel Mauduit; los ex vicepresidentes Manuel Domínguez,
Francisco García de la Borbolla, Ramón Bordas y José León, y otros
béticos tan significados como Rafael Álvarez Colunga, Juan Márquez
Medrano y Manuel Romero. El que no estuvo presente fue Miguel Espina,
que había sido brazo derecho de Martínez Retamero, y tomó la decisión
de dimitir tras la derrota cosechada por el Betis con el Málaga en el
estadio Benito Villamarín.
A esas alturas de la historia se
ignoraba si Miguel Espina presentaría su candidatura a la presidencia
en el mismo momento en que se convocaran las elecciones. Sin embargo,
como al día siguiente Hugo Galera obtuvo el respaldo de las peñas
béticas quedó convertido en el representante propuesto por la oposición
para sustituir Martínez Retamero. Para ello, el lunes, día 10 de julio,
éste procedió a nombrarle vicepresidente primero y al día siguiente
remitió al presidente de la Federación Andaluza de Fútbol, Eduardo
Herrera, la siguiente carta: Por la presente te comunico mi decisión
irrevocable de dimitir como Presidente del Real Betis Balompié. A
partir de este momento pasará a regir los destinos de mi entidad el
Vicepresidente Primero, nombrado ayer, D. Hugo Galera Davidson, quien
en breve comunicará el nombramiento de su nueva junta directiva. Por
aquellos días, puesto de actualidad el nombre de Hugo Galera, la prensa
publicó que éste tenía rotas sus relaciones con el presidente del otro
equipo de la ciudad, Luis Cuervas, que vivía en su mismo edificio.
Los
hechos que provocaron tales desavenencias ocurrieron algunos años antes
con ocasión de que un hijo de Galera, que a la sazón contaba seis años
de edad, dejó caer una piedra desde su balcón sobre el flamante
Mercedes recién adquirido por Cuervas. Muy indignado, el mandamás
sevillista acudió a protestar al piso de Galera quien le dio
prácticamente con la puerta en las narices. Acto seguido, Cuervas
denunció al hijo del catedrático de Anatomía Patológica ante el
Tribunal Tutelar de Menores, por lo que Galera solía manifestar desde
aquel desagradable incidente que “los Mercedes eran coches para
horteras".
La frase la dio a la publicidad en 1987 cuando sin
éxito intentó arrebatarle la presidencia a Martínez Retamero que,
precisamente, tenía un coche de esa misma marca. Algo más de ocho meses
después, con ocasión de la convocatoria de elecciones presidenciales,
se dio la noticia de la existencia de cinco aspirantes al cargo: Juan
Salas Tirado, Miguel Espina Martín, Juan Márquez Medrano, José María
Puerto y Valentín Álvarez Vigil, el propietario de "Ecovol".
A
todo esto, pese a que el equipo había logrado subir muy difícilmente a
Primera División algunas semanas antes, Hugo Galera, anunció que no se
presentaría a los próximos comicios electorales. Sin embargo, volvió a
ocurrir lo mismo y, una vez más, todo se confabuló para que, sin
oposición, continuara en el cargo.