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    Contra el silencio, por Antonio Félix; El Mundo, 1 de Julio de 2010

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    Mensaje por Penibético Jue 01 Jul 2010, 09:58

    Resulta asombrosa la naturalidad con que fluyen en Lopera gestos y manías dictatoriales. Por ejemplo, el silencio.

    Decía Ryszard Kapuscinski: «El silencio es señal de una desgracia y, a menudo, de un crimen. Necesitan del silencio los tiranos y los ocupantes, que velan para que su actuación pase inadvertida. Fijémenos en el celo con que lo han cuidado todos los colonialismos. ¡Cuánto silencio emana de los países poblados de cárceles a rebosar! ¡Cuánto empeño ponen los dictadores en mantener ese ideal estado de silencio a todas horas amenazado! ¡Cuántas víctimas causa y qué costes ocasiona! Hoy se habla mucho de combatir el ruido, aunque es mucho más importante combatir el silencio. Pero aquél que impone el silencio siempre está protegido por un aparato de represión. Por eso la lucha contra el silencio resulta tan difícil» (R.K. Cristo con un fusil al hombro, 1975).

    Lopera no acude al estadio que luce su nombre desde hace cinco años. Apenas ha concedido declaraciones en los últimos cuatro. Desde que fue imputado por, presuntamente, robarle al Betis, su postura ante los béticos ha sido la ausencia y el silencio, doctrina que ha extendido a sus directivos. El presidente León salió huyendo del palco en el último partido de Liga y aún no ha vuelto en sí. El portavoz diácono, que al parecer comparte la palabra de Lopera con la palabra de Dios, prometió una explicación inminente a la hinchada. Mintió, y eso queda especialmente feo en un santo varón. El consejero Castaño dijo el martes en la semiclandestina radio del club, ese nicho de fanatismo, que el Betis descendió por un punto y que no ha ascendido por otro. Consideró mala suerte lo que en realidad parece torpeza, ineptitud e ignominia, cualidades que, junto a la cobardía, reinan en la directiva. Cada uno ha arrimado el hombro para convertir al Betis en un cadáver cuyo hedor atrae a los más carroñeros depredadores. El vuelo de Oliver por Jabugo ha alentado una sensación creciente y agobiante desde hace tiempo, que el club no podía quedar en manos de peor calaña.

    Y en este valle de lágrimas, en esta apoteosis de la desesperación, yo digo que hoy más que nunca se ve clara la resurrección del Betis, el irrumpir del club legendario con su legendaria afición, que a sangre y fuego está sufriendo ahora las consecuencias de su mansedumbre, las noches de verde y gloria, el estigma que cicatriza, el orgullo recuperado. Caerá la dictadura y surgirá un Betis más sabio, más fuerte y más fiero. Recuerda Kapuscinski: «Nadie sale del sufrimiento sin ser un hombre nuevo».

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