Érase una vez que se era un viejo avaro que, a fuerza de prestar dinero y vender muebles y otros enseres a plazos cobrando grandes intereses a sus conciudadanos, amasó una gran fortuna económica durante su triste vida. Un día el viejo avaro se dio cuenta que tenía mucho dinero pero no tenía el cariño, el amor, ni la admiración de nadie y planeó un plan para, sin deshacerse de nada de su fortuna, hacerse con el poder de un club de fútbol muy querido, amado y reverenciado en la ciudad donde vivía, y también más allá de sus fronteras.
Con la ayuda de sus oscuros asesores jurídicos y económicos y la complicidad de una cohorte de aduladores que se arrimaban a él por intereses económicos y personales hizo creer a todo el mundo que había comprado la mayoría de las acciones de ese club de fútbol y les hizo creer además, que lo había salvado de la desaparición. Así, durante unos años el viejo avaro, a base de mentiras, cada vez más grotescas, fue tratado con cariño y gratitud por todos los amantes y seguidores de aquel queridísimo club de fútbol, balompié también llamado.
Pero las mentiras del viejo avaro eran tan numerosas y tan dolorosas para la sufrida afición que, poco a poco, éstos empezaron a despertar y a levantar voces en contra del embustero viejo avaro. Y éste, lejos de reconocer sus errores y sus mentiras, empezó a manejar todo el poder del que disponía por su posición y por su dinero, para, primero amenazar veladamente y luego directamente a todo aquel que osara criticar su liderazgo y su conducta. Lejos de acabar con sus detractores, su postura cobarde y ruin hizo que fueran cada vez más los aficionados de aquel club los que se levantaran y lucharan con los pocos medios de los que disponían para desenmascarar todas las mentiras y todos los delitos, ya muy evidentes, que el viejo avaro embustero y cobarde había ido realizando durante los años anteriores.
Y así fue como, gracias a un grupo de estos rebeldes y valientes aficionados, llegaron hasta la Justicia las denuncias de todo tipo de delitos cometidos por el viejo avaro embustero y cobarde en contra del club de fútbol que decía haber salvado en una de sus mayores y más elaboradas mentiras. Así fue como el viejo avaro embustero y cobarde fue cada vez más acosado por la Justicia y cada vez más odiado por aquellos que antes, creyendo sus mentiras, le habían aclamado. Muy pocos eran ya los que creían sus mentiras, solo unos cuantos que aún creían poder sacar algún beneficio por estar a su lado.
La Justicia fue lenta, pero inalterable al desaliento, los aficionados consiguieron reunir las suficientes pruebas e indicios para que la Justicia, al fin, llamara al viejo avaro embustero y cobarde a declarar como imputado en todos y cada uno de los delitos cometidos en contra de aquel queridísimo club de fútbol, balompié también llamado.
El viejo avaro embustero y cobarde imputado se veía cada vez más solo y, desesperado, intentaba lanzar más mentiras a los aficionados, pero ya no le creería nadie, el viejo avaro estaba solo, escoltado simplemente, por la banda de cómplices aduladores, embusteros, indignos y cobardes que no podían ni tenían valor para portarse, aunque fuera una sola vez caballerosa y valientemente.
La Justicia fue implacable con el viejo avaro embustero y cobarde imputado y fue, gracias a dios, para bien de los aficionados de aquel queridísimo club de fútbol, balompié también llamado, el fin de un largo periodo de humillaciones, mentiras y desalientos.
A partir de entonces hubo verde esperanza, blanca paz y verde esperanza...
(CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA...)
Con la ayuda de sus oscuros asesores jurídicos y económicos y la complicidad de una cohorte de aduladores que se arrimaban a él por intereses económicos y personales hizo creer a todo el mundo que había comprado la mayoría de las acciones de ese club de fútbol y les hizo creer además, que lo había salvado de la desaparición. Así, durante unos años el viejo avaro, a base de mentiras, cada vez más grotescas, fue tratado con cariño y gratitud por todos los amantes y seguidores de aquel queridísimo club de fútbol, balompié también llamado.
Pero las mentiras del viejo avaro eran tan numerosas y tan dolorosas para la sufrida afición que, poco a poco, éstos empezaron a despertar y a levantar voces en contra del embustero viejo avaro. Y éste, lejos de reconocer sus errores y sus mentiras, empezó a manejar todo el poder del que disponía por su posición y por su dinero, para, primero amenazar veladamente y luego directamente a todo aquel que osara criticar su liderazgo y su conducta. Lejos de acabar con sus detractores, su postura cobarde y ruin hizo que fueran cada vez más los aficionados de aquel club los que se levantaran y lucharan con los pocos medios de los que disponían para desenmascarar todas las mentiras y todos los delitos, ya muy evidentes, que el viejo avaro embustero y cobarde había ido realizando durante los años anteriores.
Y así fue como, gracias a un grupo de estos rebeldes y valientes aficionados, llegaron hasta la Justicia las denuncias de todo tipo de delitos cometidos por el viejo avaro embustero y cobarde en contra del club de fútbol que decía haber salvado en una de sus mayores y más elaboradas mentiras. Así fue como el viejo avaro embustero y cobarde fue cada vez más acosado por la Justicia y cada vez más odiado por aquellos que antes, creyendo sus mentiras, le habían aclamado. Muy pocos eran ya los que creían sus mentiras, solo unos cuantos que aún creían poder sacar algún beneficio por estar a su lado.
La Justicia fue lenta, pero inalterable al desaliento, los aficionados consiguieron reunir las suficientes pruebas e indicios para que la Justicia, al fin, llamara al viejo avaro embustero y cobarde a declarar como imputado en todos y cada uno de los delitos cometidos en contra de aquel queridísimo club de fútbol, balompié también llamado.
El viejo avaro embustero y cobarde imputado se veía cada vez más solo y, desesperado, intentaba lanzar más mentiras a los aficionados, pero ya no le creería nadie, el viejo avaro estaba solo, escoltado simplemente, por la banda de cómplices aduladores, embusteros, indignos y cobardes que no podían ni tenían valor para portarse, aunque fuera una sola vez caballerosa y valientemente.
La Justicia fue implacable con el viejo avaro embustero y cobarde imputado y fue, gracias a dios, para bien de los aficionados de aquel queridísimo club de fútbol, balompié también llamado, el fin de un largo periodo de humillaciones, mentiras y desalientos.
A partir de entonces hubo verde esperanza, blanca paz y verde esperanza...
(CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA...)
