Antonio Félix, un periodista valiente y comprometido, reparte estopa a diestro y siniestro (más bien a siniestro) en este artículo fechado el viernes 30 de abril de 2010:
La petición del fiscal a la juez Mercedes Alaya para que archive, por prescritos, los delitos cometidos por Lopera hasta 1998 (con un perjuicio causado al Betis de 12,4 millones de euros según los peritos judiciales) ha provocado una ola de euforia, comprensible, en el entorno del dirigente, que obtiene un penalti para intentar remontar un partido que iba perdiendo por goleada, y, más sorprendente, en el entorno mediático que, obtuso para interpretar las mastodónticas pruebas en contra de Lopera, ha exhibido un desparpajo inaudito para felicitar, y felicitarse, con el juego ganado por el patriarca verdiblanco.
Después de mucho «no entender de cosas de juzgados», que uno no se hace periodista deportivo para esto, mogollón de colegas han visto al fin la luz y se han decidido a emitir alegremente sus juicios. El personal se ha retratado, y ese retrato, que abarca todo el espectro ideológico, desde la Ser a Estadio Deportivo, ilustra un tema que se creía superado: la importancia de la prensa en el auge del loperismo. Hoy, mayormente, la canallesca se venía dando golpes en el pecho pavoneándose de lo contrario, de que sin ellos, sin nosotros, nunca se habría detectado la ponzoña del régimen que estaba ahogando al Betis, al que, generosamente, se disponían a salvar. Pero han bastado un par de aullidos de Lopera para volver a poner a cada cual en su sitio, como se estilaba en tiempos.
La respuesta no ha desmerecido en un gremio siempre dispuesto a autolesionarse. Esta vez lo ha hecho con una fabulosa exhibición de pereza, pavor e incompetencia. Con honrosas excepciones (magistral Furest), la catarata de opiniones tras la petición de la Fiscalía no ha podido ser más disparatada. Hay quienes afirmaron que la causa será archivada (con la mitad de sus dotes adinivatorias Rappel ha hecho un carrerón), quienes proclamaron que, en todo caso, el delito societario no sufre cárcel (qué disparate el esfuerzo de ojear el Código Penal) o quienes se empeñan en inadmitir «que Lopera se ha llevado dinero del Betis mientras lo digan cuatro opositores», alineando en tal cuadrilla a la Audiencia, la Guardia Civil o los peritos... Todo vale.
Un buen resumen de esto lo pudieron leer ustedes anteayer en el periódico que se da la espalda con éste. Raras veces tan pocas líneas contuvieron tantas mamarrachadas. Llegado a este punto, tal vez sería conveniente una llamada al pudor o la ética ante la tentación de la hoja en blanco para arreglar cuentas. Pero cómo resistirse. En eso, lo mismo, en nada nos diferenciamos de un juez o un fiscal.
Conviene recordar lo inaudito que resulta que un periodista, por amor a la verdad, lance un dardo sobre un diario amigo o de su entorno mediático. En este caso, el Sr. Félix lanza uno sobre el conocido tebeo que se vende con El Mundo a diario. ¿Se imaginan a un periodista del AS criticar a la SER? Igual es que el término "periodista" lo usamos con demasiada ligereza. Bien por Félix.
La petición del fiscal a la juez Mercedes Alaya para que archive, por prescritos, los delitos cometidos por Lopera hasta 1998 (con un perjuicio causado al Betis de 12,4 millones de euros según los peritos judiciales) ha provocado una ola de euforia, comprensible, en el entorno del dirigente, que obtiene un penalti para intentar remontar un partido que iba perdiendo por goleada, y, más sorprendente, en el entorno mediático que, obtuso para interpretar las mastodónticas pruebas en contra de Lopera, ha exhibido un desparpajo inaudito para felicitar, y felicitarse, con el juego ganado por el patriarca verdiblanco.
Después de mucho «no entender de cosas de juzgados», que uno no se hace periodista deportivo para esto, mogollón de colegas han visto al fin la luz y se han decidido a emitir alegremente sus juicios. El personal se ha retratado, y ese retrato, que abarca todo el espectro ideológico, desde la Ser a Estadio Deportivo, ilustra un tema que se creía superado: la importancia de la prensa en el auge del loperismo. Hoy, mayormente, la canallesca se venía dando golpes en el pecho pavoneándose de lo contrario, de que sin ellos, sin nosotros, nunca se habría detectado la ponzoña del régimen que estaba ahogando al Betis, al que, generosamente, se disponían a salvar. Pero han bastado un par de aullidos de Lopera para volver a poner a cada cual en su sitio, como se estilaba en tiempos.
La respuesta no ha desmerecido en un gremio siempre dispuesto a autolesionarse. Esta vez lo ha hecho con una fabulosa exhibición de pereza, pavor e incompetencia. Con honrosas excepciones (magistral Furest), la catarata de opiniones tras la petición de la Fiscalía no ha podido ser más disparatada. Hay quienes afirmaron que la causa será archivada (con la mitad de sus dotes adinivatorias Rappel ha hecho un carrerón), quienes proclamaron que, en todo caso, el delito societario no sufre cárcel (qué disparate el esfuerzo de ojear el Código Penal) o quienes se empeñan en inadmitir «que Lopera se ha llevado dinero del Betis mientras lo digan cuatro opositores», alineando en tal cuadrilla a la Audiencia, la Guardia Civil o los peritos... Todo vale.
Un buen resumen de esto lo pudieron leer ustedes anteayer en el periódico que se da la espalda con éste. Raras veces tan pocas líneas contuvieron tantas mamarrachadas. Llegado a este punto, tal vez sería conveniente una llamada al pudor o la ética ante la tentación de la hoja en blanco para arreglar cuentas. Pero cómo resistirse. En eso, lo mismo, en nada nos diferenciamos de un juez o un fiscal.
Conviene recordar lo inaudito que resulta que un periodista, por amor a la verdad, lance un dardo sobre un diario amigo o de su entorno mediático. En este caso, el Sr. Félix lanza uno sobre el conocido tebeo que se vende con El Mundo a diario. ¿Se imaginan a un periodista del AS criticar a la SER? Igual es que el término "periodista" lo usamos con demasiada ligereza. Bien por Félix.
por dejar las cosas bien claras y por tu labor en todo este complejo y manipulado entramado, poniendo firmes incluso a algunos compañeros carcanos de profesión.