No soy amigo de refranes o dichos populares como base de exposición de las cosas que pienso, pero voy a hacer una excepción para resumir en unas pocas palabras las consecuencias que tienen las planificaciones desastrosas como las que nos regala cada año el máximo accionista y su corte de aduladores: cada cual recoge aquello que siembra.
La consecuencia lógica de cuatro años de improvisación y mantenimiento de una columna vertebral del equipo claramente enferma de conformismo y mediocridad, no podía ser otra que el descenso, algo que podría haber sucedido algunos años antes si no fuese por la querencia de la Virgen de Lourdes por aparecerse en forma de tres equipos peores cada año. Cada temporada un milagro, una vuelta de tuerca de la casualidad, pero hasta los santos descansan de su tarea de convertir el agua en vino y llega el desastre.
Para quienes piensen que este será un año de ascenso rápido e indoloro, será mejor que empiecen a hacer acopio de tranquilizantes. Las decepciones suelen ser directamente proporcionales a las expectativas, son mayores cuanto mayores son los objetivos incumplidos. E ilusiones.
Esta pretemporada volvemos a asistir al absurdo de una plantilla "descompensada", con overbooking de laterales derechos y mediocentros, sin delantera, con el mejor portero de cuantos tenemos, apartado y humillado (de nuevo), con unos fichajes que, nuevamente, mejoran lo que hay pero se antojan insuficientes para dar el puñetazo en la mesa que tiene que dar el Betis por historia, potencial (presunto), masa social y economía.
Volvemos a asistir, también y de nuevo, al encumbramiento del núcleo duro del vestuario, de aquellos futbolistas acabados, dañinos, indolentes y en absoluto comprometidos con el club que les paga (y de qué manera), con ofertas de renovación, capitanías y prebendas imposibles. Un nuevo insulto y una nueva tomadura de pelo para todos.
Un año más, a una semana del comienzo de la liga, el Real Betis no sólo no ha hecho los deberes, sino que, para más inri, lo poco que ha hecho no es lo adecuado ni lo necesario. Hay que abrir la puerta a un mínimo de 10 jugadores (ademas de los canceranos), reforzar casi todos los puestos, especialmente la delantera y las bandas...y esto sólo para empezar la liga, ya que las reformas necesarias son de amplio calado, tan amplio, que son incompatibles con la permanencia de Lopera y sus secuaces al frente del club. Con ellos, ya hemos comprobado cuán desastrosamente se hacen las cosas y hasta qué punto es imposible que mejore su modus operandi. Hacen lo que saben hacer, esto es, emponzoñar cada negociación, alargar hasta el infinito cualquier acuerdo, elegir siempre la peor opción, regatear el dinero a los futbolistas, engañar a la gente, crearse enemigos por doquier, tener una secretaría técnica indigna hasta para un equipo de aficionados y unas estructuras y medios que harían sonrojarse al más rácano de todos los avaros.
Con Lopera no hay futuro, sólo pasado, sólo año 92. Y así seguirá siendo mientras que, haga lo que haga, las colas para ver el engendro que construye cada año, den la vuelta al estadio. Si pisotea nuestra dignidad y sigue ganando dinero a espuertas, no tendrá el menor motivo para cambiar las formas de hacer las cosas, ni siquiera por sentimiento, ya que ha demostrado una y otra vez que lo único que le interesa del Betis son los réditos que produce para sus parasitarias.
A quienes hemos sostenido estos principios año tras año, se nos ha tildado de cosas intolerables, de catastrofistas, de antibéticos, de agoreros, además de haber sido insultados y lapidados por personas que, cuando el desastre se produjo, escondían sus cabezas cobardemente como avestruces. Desgraciadamente, teníamos razón; tampoco se nos ha reconocido más que con el silencio, pero habríamos dado todo lo que podríamos dar para estar errados y que esos años hubieran sido gloriosos.
A Dios gracias, en esta ocasión no estamos en un foro hostil y podemos decir con total tranquilidad que esta política, esta planificación y esta forma de hacer las cosas, sólo tiene como horizonte terminar en una categoría que tiene la letra B detrás del número 2, y con ello, la existencia misma del club como tal; y habida cuenta que la cuota de apariciones de Nuestra Señora de Lourdes está agotada hasta 2077 como mínimo, sólo con trabajo serio y riguroso se podrá invertir esta tendencia que nos aboca al desastre inminente.
Una semana. Ese es el plazo.
La consecuencia lógica de cuatro años de improvisación y mantenimiento de una columna vertebral del equipo claramente enferma de conformismo y mediocridad, no podía ser otra que el descenso, algo que podría haber sucedido algunos años antes si no fuese por la querencia de la Virgen de Lourdes por aparecerse en forma de tres equipos peores cada año. Cada temporada un milagro, una vuelta de tuerca de la casualidad, pero hasta los santos descansan de su tarea de convertir el agua en vino y llega el desastre.
Para quienes piensen que este será un año de ascenso rápido e indoloro, será mejor que empiecen a hacer acopio de tranquilizantes. Las decepciones suelen ser directamente proporcionales a las expectativas, son mayores cuanto mayores son los objetivos incumplidos. E ilusiones.
Esta pretemporada volvemos a asistir al absurdo de una plantilla "descompensada", con overbooking de laterales derechos y mediocentros, sin delantera, con el mejor portero de cuantos tenemos, apartado y humillado (de nuevo), con unos fichajes que, nuevamente, mejoran lo que hay pero se antojan insuficientes para dar el puñetazo en la mesa que tiene que dar el Betis por historia, potencial (presunto), masa social y economía.
Volvemos a asistir, también y de nuevo, al encumbramiento del núcleo duro del vestuario, de aquellos futbolistas acabados, dañinos, indolentes y en absoluto comprometidos con el club que les paga (y de qué manera), con ofertas de renovación, capitanías y prebendas imposibles. Un nuevo insulto y una nueva tomadura de pelo para todos.
Un año más, a una semana del comienzo de la liga, el Real Betis no sólo no ha hecho los deberes, sino que, para más inri, lo poco que ha hecho no es lo adecuado ni lo necesario. Hay que abrir la puerta a un mínimo de 10 jugadores (ademas de los canceranos), reforzar casi todos los puestos, especialmente la delantera y las bandas...y esto sólo para empezar la liga, ya que las reformas necesarias son de amplio calado, tan amplio, que son incompatibles con la permanencia de Lopera y sus secuaces al frente del club. Con ellos, ya hemos comprobado cuán desastrosamente se hacen las cosas y hasta qué punto es imposible que mejore su modus operandi. Hacen lo que saben hacer, esto es, emponzoñar cada negociación, alargar hasta el infinito cualquier acuerdo, elegir siempre la peor opción, regatear el dinero a los futbolistas, engañar a la gente, crearse enemigos por doquier, tener una secretaría técnica indigna hasta para un equipo de aficionados y unas estructuras y medios que harían sonrojarse al más rácano de todos los avaros.
Con Lopera no hay futuro, sólo pasado, sólo año 92. Y así seguirá siendo mientras que, haga lo que haga, las colas para ver el engendro que construye cada año, den la vuelta al estadio. Si pisotea nuestra dignidad y sigue ganando dinero a espuertas, no tendrá el menor motivo para cambiar las formas de hacer las cosas, ni siquiera por sentimiento, ya que ha demostrado una y otra vez que lo único que le interesa del Betis son los réditos que produce para sus parasitarias.
A quienes hemos sostenido estos principios año tras año, se nos ha tildado de cosas intolerables, de catastrofistas, de antibéticos, de agoreros, además de haber sido insultados y lapidados por personas que, cuando el desastre se produjo, escondían sus cabezas cobardemente como avestruces. Desgraciadamente, teníamos razón; tampoco se nos ha reconocido más que con el silencio, pero habríamos dado todo lo que podríamos dar para estar errados y que esos años hubieran sido gloriosos.
A Dios gracias, en esta ocasión no estamos en un foro hostil y podemos decir con total tranquilidad que esta política, esta planificación y esta forma de hacer las cosas, sólo tiene como horizonte terminar en una categoría que tiene la letra B detrás del número 2, y con ello, la existencia misma del club como tal; y habida cuenta que la cuota de apariciones de Nuestra Señora de Lourdes está agotada hasta 2077 como mínimo, sólo con trabajo serio y riguroso se podrá invertir esta tendencia que nos aboca al desastre inminente.
Una semana. Ese es el plazo.